miércoles, 23 de septiembre de 2015

Un maestro...

Empieza el curso y vivo este momento desde dos perspectivas, la perspectiva madre y la perspectiva maestra.
Cuando imagino el maestro* que me gustaría que mis hijos tuvieran pienso en el ámbito académico y también en el lado afectivo. 
Debe ser empático y sensible a sus necesidades. Quiero que mis hijos estén con un maestro que les escuche y que ante un problema sepa darle la importancia que tiene para ellos y les enseñe a resolverlo. 
Lo que a un adulto le puede parecer una nimiedad para un niño puede ser un mundo. Es muy importante que sepa darle el peso que tiene para el niño y al mismo tiempo actúe como adulto para ayudarle a enfrentarse a él y solucionarlo.
Un buen maestro debe seguir conectado todavía a su niño interior para entender mucho mejor las necesidades y las preocupaciones de sus alumnos.

Le pido que sea cariñoso, no es necesario besar y abrazar si no le nace, pero que sepa decirle palabras bonitas en el momento justo que le ayuden a sentirse querido e importante para su maestro. Porque un niño necesita sentirse amado y valorado, pasa muchas horas fuera de casa y el afecto no puede limitarse a la familia.
Solo desde la admiración y el respeto es posible un aprendizaje que nazca desde dentro. Un alumno que admira a su maestro quiere agradar y no defraudar, no aprende bajo la coacción del miedo o para evitar castigos.

Un buen maestro debe descubrir el talento que todo niño posee y hacerle ver cuáles son sus puntos fuertes para pontenciarlos y cuáles son sus debilidades para superarlas.
Un maestro debe exigir pero sabiendo qué puede pedir y esperar de cada uno, y también debe ser comprensivo y entender que un mal día o una mala temporada la tenemos todos y apoyarle y estar a su lado siempre que lo necesite.

Ser un buen maestro es saber que una parte muy importante del futuro de los niños depende de nosostros y evitar que el vértigo que se siente cuando eres consciente de esa responsabilidad te bloquee.

Un buen maestro da a sus alumnos la educación que querría para sus hijos, llegando a quererlos a todos y cada uno como parte muy importante de su vida.
Un buen maestro no parará de buscar soluciones a aquellos problemas que surjan en el aula. No parará de preocuparse por el alumno que tiene dificultades y mirará y buscará alternativas hasta que logre solucionarlo. Un buen maestro no se da por vencido, sería fallar a sus alumnos y fallarse a él mismo.

Un maestro debe saber, pero más importante que el saber es conseguir que los alumnos tengan ilusion y se sientan motivados para aprender, el aprendizaje no se encuentra solo en el aula.
Un buen maestro debe ser creativo para no caer en la monotonía y convertir una situación normal en un momento mágico. 
Debe estar dispuesto a aprender de sus alumnos cada día. Un maestro deber ser justo, respetuoso y coherente con lo que dice y hace, no podemos pedirles que se respeten o que sean puntuales si nosotros no damos ejemplo.

Un buen maestro debe ser humilde para aceptar cuando se equivoca, porque nos equivocamos y no pasa nada por reconocerlo, al contrario, te acerca más a tus alumnos.

Un buen maestro debe saber dar a sus alumnos las herramientas necesarias para que una vez acaben su paso por la escuela puedan enfrentarse con éxito a los nuevos retos que les esperan en la vida.
Un buen maestro se alegra de los éxitos de sus alumnos y se preocupa por sus fracasos.

Un buen maestro no para de formarse, de leer y de estar al día de las publicaciones científicas de educación.

Por último y más importante, un buen maestro no camina solo, se acompaña de los padres para ir juntos en la misma dirección persiguiendo la misma finalidad. Tenemos en las aulas a lo más valioso que tienen en sus vidas, no debemos dejarlos de lado.

Cada día intento aplicar las cualidades que me gustaría que tuvieran los maestros de mis hijos para ofrecerlo a mis alumnos. Espero conseguirlo.

Después de pensar en todo esto no he podido evitar que venga a mi mente la película de Mary Poppins, cuando los dos niños sueñan con la niñera que les gustaría tener. Parecía una utopía pero existía, así que seguro que encontraré a mi "Mary Poppins" particular en la docencia porque sé, de primera mano, que las escuelas están llenas de "Mary Poppins".

*(Entiéndase maestro en su forma genérica, incluyendo también el género femenino, al igual que niños o alumnos).

3 comentarios:

  1. Hola marola!sóc alícia, acabe de veure amb el meu nen de 4 anys el vídeo que has fet amb els teus alumnes. Crec que és un vídeo fantàstic, on els xiquets poden aprendre normes per a cuidar la natura, i a més a més, poder participar en una activitat tan motivadora com és la de montar la seua pròpia història. Personalment, m'ha vingut molt bé, ja que el meu nen està fent un projecte molt interessant sobre les plantes. Tot l'esforç ha valgut la pena. Enhorabona!

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    1. M'agrada molt saber que t'ha sigut útil. Moltes gràcies!! 😘

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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