Ya hace tiempo que tenía ganas de dedicar unas palabras a este tema y visibilizar una realidad presente en muchas aulas, ya que un 20% de la población es considerada altamente sensible.
No soy psicóloga, aquí voy a hablar desde mi experiencia personal como maestra altamente sensible y madre de un niño altamente sensible.
Hará cerca de un año que me enteré por primera vez de la existencia de este rasgo de la personalidad. Fue una colega y amiga la que observando a mi hijo me informó sobre este aspecto. A partir de esa noche no pude parar de leer todo lo que encontré acerca de la alta sensibilidad.
La
Dra. Elain Aron fue la primera terapeuta en identificar los rasgos de
las personas altamente sensibles. Antes los rasgos de
la persona altamente sensible se habían confundido con una timidez
innata, la inhibición, la fobia
social, el miedo, la introversión; aunque no
todas las personas altamente sensibles son tímidas o introvertidas, el 30 % son extrovertidas.
Fue sorprendente y emocionante para mí descubrir que el modo como mi hijo vivía el mundo era un rasgo de su personalidad y que no estaba solo. Fue increíble comprobar que es un rasgo hereditario y encontrar sentido a muchas de las vivencias de mi infancia. Empecé a entenderme y a entender más a mi hijo. Ahora podría tener herramientas para ayudarlo. Este descubrimiento me ayudó a comprender a los demás, ya que a veces pensaba que al no reaccionar como yo les convertía en insensibles o poco empáticos. Ahora entiendo que no puedo juzgarlos desde mi piel altamente sensible. Este hecho todavía me cuesta, pero intento tenerlo siempre presente. Al mismo tiempo también pido que los demás hagan un esfuerzo por entendernos.
Seguro que en el aula tenéis un niño al que le cuesta especialmente adaptarse a las nuevas situaciones, a los nuevos maestros. Puede que no quieran salir en los festivales de final de curso porque la sensación de sentirse observados les supera y que incluso tengan pesadillas. Se ven abrumados por fuertes ruídos o luces y su umbral del dolor es más bajo que el resto, esto es debido a que su sistema nervioso es más sensible. Sabrán expresar lo que sienten y si se lo permitimos veremos como sus temores están justificados porque ellos siempre piensan más allá. Son los reyes del "y si..." (no me voy lejos, y si me llamas y no te oigo, no quiero ir al parque y si hay muchos niños...). Analizan cualquier situación y evalúan una serie de "peligros" que el resto de compañeros no percibe. Se emocionan fácilmente, son niños muy creativos, inteligentes, empáticos y reflexivos (y muy indecisos porque antes de decantarse por una opción valoran todas las posibilidades para asegurarse que la decisión escogida es la correcta). Lo viven todo con una intensidad máxima, tanto lo bueno como lo malo. Cuando son felices con algo lo son tanto que no lo pueden ni soportar y cuando algo les atormenta se preocuparán al máximo, hasta el punto de sufrir pesadillas.
Las personas altamente sensibles nos conmovemos con facilidad y el llanto está muy presente en nuestras vidas. Lloramos por lo que nos ocurre a nosotros, por lo que nos cuenta gente cercana, por las noticias, los anuncios, las películas, de felicidad, de tristeza, de nervios... Desde aquí quiero reivindicar el derecho a llorar sin sentirse culpable por mostrar nuestras lágrimas. Y si un niño llora es porque lo necesita, ¿porque nos empeñamos en decirle que pare de llorar? ¿qué le estamos enseñando? ¿qué es algo de lo que avergonzarse? ¿qué no es bueno? para ese niño o adulto es la manera de canalizar sus sentimientos. Y si necesita llorar que llore, que llore hasta que ya no necesite llorar más. En más de una ocasión he llorado en clase delante de mis alumnos y no me avergüenza, ahora ya no, he llorado de felicidad, he llorado con ellos porque lo estaban pasando mal, he llorado porque he tenido que tener alguna conversación dura con ellos, he llorado cuando después de una pelea les he visto reconciliarse y felices. No me avergüenzo, no me hace más débil, al contrario, soy tan fuerte que no temo mostrar mis debilidades. Simplemente muestra como soy.
Todos los niños son frágiles, pero los altamente sensibles lo son más todavía. Es muy importante que entendamos la intensidad de sus emociones para poder dar la respuesta que necesitan. Si queréis saber algo más sobre cómo actuar con niños altamente sensibles aquí os dejo unos enlaces.
http://www.acapsi.com/20_porciento_altamente_sensibles.html
https://lamenteesmaravillosa.com/el-don-de-los-ninos-con-alta-sensibilidad/
http://www.coksfeenstra.info/spanish/publicacion.php?id=1279
Otras páginas donde encontraréis información sobre PAS
http://www.psicologiasolucions.com/index.php/es/pascast
http://www.huffingtonpost.es/2014/03/05/personas-altamente-sensibles_n_4902755.html
http://personasaltamentesensibles.com/about-us/
Y por último un vídeo muy recomendable que se emitió en la 2 "Sensibilidad al trasluz".
Documental Sensibilidad al trasluz
También la doctora Elain Aron ha hecho una película "Sensible. La historia jamás contada", pero es necesario comprar el DVD por internet para poder verla. En la red podéis ver algún trailer.
La idea de crear este blog ha surgido para dar a conocer las actividades y proyectos que se llevan a acabo en mi aula, además de opinar sobre temas relacionados con la educación y con la escuela rural.
martes, 7 de junio de 2016
miércoles, 1 de junio de 2016
¡ENGULLE, ENGULLE!
Ya estamos en el
final de curso y como todos los años nos toca reflexionar sobre nuestra práctica
educativa plasmando nuestras impresiones en un documento llamado memoria. Os
digo esto porque este curso ya me he puesto manos a la obra y según iba
redactando algunos puntos, venía a mi mente un paralelismo entre contenido y
comida que me gustaría compartir con vosotros y ya de paso saber si es también
vuestra impresión.
No sé porqué este curso es cuando más acusado ha sido el sentimiento que voy a intentar transmitiros. Me he sentido como una embutidora de contenidos y he visto a mis alumnos como buches a los que había que llenar para poder acabar los sacos de comida.
Todas las mañanas cucharadas y cucharadas de contenidos.
_¡Espera, por
favor, todavía tengo comida en la boca!
_Da igual, ya nos
toca otra.
_¡Me encanta este
plato! ¿puedo repetir?
_No puede ser,
toca cambio de plato ¡mira la temporalización!
_No puedo
masticarlo, todavía no tengo dientes.
_He revisado el
menú y es el que te corresponde por nacimiento, engúyelo.
_No tengo más
hambre_ dice otro mientras juega con la comida del plato porque ha perdido
todo el interés.
_No te preocupes,
te lo llevas a casa y ya lo meriendas o cenas, pero lo del plato se acaba.
¿Y qué le ocurre al niño con este no parar de contenidos y más contenidos? Unos acabarán con dolor de barriga, otros no sabrán ni lo que han comido, algunos digerirán parte de los contenidos, tal vez a otros este ritmo les guste o hayan logrado adaptarse. Pero, ¿están disfrutando con la comida? ¿se quedan con hambre para llegar al día siguente deseosos por devorar otro plato?
Mi impresión
sobre el actual sistema educativo es: engulle, engulle. Y solo hay que mirar la
lista de contenidos que aparece en el currículum para entenderlo.
Me encantaría que esto cambiara. Que nos pudiéramos recrear con la comida, saborearla, disfrutar cada bocado, adaptar los platos al ritmo biológico de cada niño (los dientes saldrán, pero mientras, adaptemos el menú hasta que pueda masticar). Quiero paladear los contenidos, disfrutarlos, escuchar cuales son sus platos preferidos y elaborar juntos el menú. Me encantaría que tuvieran ilusión por aprender, que llegaran con hambre, no empachados.
Solo con imaginar este cambio en la educación se me hace la boca agua. Y mientras esperamos que esto suceda seguiremos haciendo las cosas lo mejor que sabemos y llenaremos sus platos de ilusión y creatividad para que se marchen con buen sabor de boca.
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